divendres, 30 d’abril del 2010

Nadie saba nada de gatos persas.

Lejos de parecerse a cualquiera de las otras películas que podemos encontrar en la cartelera, nadie sabe nada de los gatos persas nos recuerda cual es la esencia del cine. Un cine en donde el star-system no ensombrece una película, los medios son irrelevantes y lo importante es el deseo de contar una historia. Crear o recopilar un pequeño fragmento de vida y enseñarlo al mundo.

En este caso, ese pequeño fragmento de vida nos lleva hasta Teherán. Un grupo de jóvenes iraníes quiere montar una banda de rock indie para salir a tocar fuera del país. Hasta aquí la historia parece la misma que la de cualquier grupo que nace en el garaje de su casa y sueñan con ser estrellas del rock. Pero en este caso va mucho más allá, los chicos alejados de la cultura musical popular islámica, son fans de la música occidental, perseguida y reprimida en el país. Y no sueñan tan siquiera  en convertirse en estrellas, sino simplemente con expresarse con libertad. La película pasa a convertirse en algo más, en un viaje a través  de los sótanos y los locales clandestinos en los que los jóvenes pueden manifestarse con total libertad, siempre con el miedo de ser denunciados y castigados.

 
Rodada casi en formato documental, el film del director del Kurdistán iraní Bahman Ghobadi tiene unas pinceladas de Once, Barrio y Persépolis sin perder ni una pizca de personalidad propia. Con una banda sonora inmejorable, canción a canción nos muestra la situación del país, evidenciando que aunque a priori puede parecer que nuestro modelo de sociedad está muy alejado del suyo, hay aspectos y actitudes que nos son muy cercanos, por un lado la necesidad de comunicarse libremente o sencillamente poder ser uno mismo. Y al mismo tiempo, la censura y la represión que sufren los que no siguen el modelo establecido.

Y Al final, cuando aparecen los títulos de crédito, la última canción suena y la luces aun no se han encendido se hace latente que solo hace falta contar ese fragmento de vida con sinceridad y nobleza para conseguir emocionar y conmover. ¡Ah!, Solo una pequeña pega. Hay alguna canción que no está subtitulada.

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